miércoles, 20 de mayo de 2009

¿Dónde está el mando?

Esto va dedicado a personas como yo, a las que se le pierden las cosas justo cuando más las necesitan. En esta ocasión llega el calor sofocante del casi comienzo del verano, y entonces me apetece un poco de fresco en casa. Pero no es una apetencia normal, es una apetencia con una fuerza astronómica, entonces ocurre que la posibilidad de perder aquello que saciará mi apetencia es directamente proporcional a la fuerza que contiene ese deseo. Para los que faltaron a matemáticas ese día: que cuanto más calor tenga, menos encontraré el mando del aparato de aire acondicionado. Además es curioso, porque me he pasado todo el invierno viendo el dichoso mando y cambiándolo de un sitio a otro (siempre de un lado del cajón a otro, pero en el mismo sitio, su sitio), pero ahora voy a buscarlo y, sorpresa, ¡no está! Vamos que ni David Copperfield lo habría hecho mejor. Y el caso es que si cierro los ojos lo visualizo perfectamente, y hasta si me concentro me visualizo a mí diciendo: lo pongo aquí, para que cuando tenga calor lo encuentre rápido. O sea, que encima con recochineo, esto es inaudito, es como si mi propia mente me vacilara. Un saludo a todos los dragones.

3 comentarios:

  1. En pleno Diciembre, justo el día que más frío haga de todo el invierno aparecerá el dichoso mando. Entonces, en un alarde de ingenio, decidirás crear "el sitio del mando del aire acondicionado", para que nunca más vuelva ocurrirte semejante catástrofe.
    Pero... ¡¡nooooooooooo!! ¿Y Ahora dónde está la estufa? Si yo la dejé justo aquí...
    Un caso práctico de injusticia poética. Si Cervantes viviera ahora lo resolvería escribiendo alguna novela ejemplar.

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  2. A mi me pasó lo mismo, pero con las gafas. Y después andar ciego toda una mañana, resulta que las llevaba puestas. Como aquel que recorrió medio mundo en busca de un precioso tesoro, y al llegar desilusionado de regreso a casa, resulta que el tesoro estaba (siempre había estado) en un rincón del cuarto donde dormía.

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  3. me acabo de dar cuenta... ¿Por qué hemos elegido el mismo formato para nuestro blog? Será cosa de los genes...

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